Mi primer viaje largo y sin compañía lo realicé a Argentina en mayo del 2014. Un día, sin pensármelo dos veces, reservé un vuelo a Córdoba donde vivía el único argentino que conocía en ese entonces: Nachito.
Por supuesto que el taxista que me llevó del aeropuerto al departamento de mi amigo me cobró de más, fue la última vez que me dejé estafar de esa manera.
¿Un matecito, boludo? Fue lo primero que me dijo Nachito. ¿Conocés?
¡Pues sí, obvio! (la verdad es que no, mentí solo por convivir).
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